Feliz semana juevera a todos.
El conejo ha dejado en mí mesa...Sociedades secretas...
Hermano cuerpo...soy tú Alma.
Hermano cuerpo, estás cansado
desde el cerebro al corazón,
del paladar...al valle del deseo.
Cuando me dices... ¡ alma ayúdame !
siento que me conmuevo hasta el agobio,
que el mismísimo aire es vulnerable.
Hermano cuerpo, has trabajado
forzando, músculos y estómago
nervios y riñones, bronquios y diafragma.
Cuando me dices... ¡ alma ayúdame !
se que estás condenado, eres materia,
y la materia tiende a desfibrarse.
Hermano cuerpo, te conozco
soy huesped y anfitrión de tús dolores,
modesta rampa de tú sexo ávido.
Cuando me dices... ¡ alma ayúdame !
siento que el frío me envilece,
se me escapan la magia y la dulzura.
Hermano cuerpo, eres fugaz, efímero,
instantaneo, tras un jadeo acabarás inmovil
y yo, que normalmente soy vida
me quedaré abrazada a tus huesitos
incapaz de ser alma sin tús visceras.
Las sociedades secretas suelen ser difíciles de afrontar por muy bueno que sea el pacto, negocio o acuerdo al que se llegue, para las partes que forman esa sociedad siempre hay elementos externos que si se enteran estarán dispuestos a dinamitarla. Hace poco más de tres años formé la que me prometi a mi misma seria la última sociedad secreta en mi vida, cumplir esa promesa por mi parte a significado enfrentarme a situaciones desagradables que no hubiera querido vivir nunca. En un mundo en el que todo se hace visible, en el que cualquiera se cree con derecho a opinar sobre las decisiones de los demás y decirle como tiene que vivir para merecer su aprecio, resulta complicado mantener la libertad de decidir las alianzas de las que queremos formar parte. Esa última...sociedad secreta...ha sido uno de los mejores regalos que me ha dado la vida, me dió la oportunidad de acompañarla en los momentos más decisivos e importantes, esos que te dejan la sensación de haber hecho las cosas por amor. Algunas...sociedades secretas...son dignas de pactarlas siempre, otras en cambio es mejor ni plantearlas.
Gracias Neo...