Si pudieramos cambiar de rostro,
quitarnos las caretas sin miedo a los espejos
descubririamos, que las arrugas nos han seguido,
que nuestros enemigos, nos han descubierto.
Por mucho trabajo que nos tomemos,
seguimos siendo la diana facil
inocente o culpable de algunos resentidos
que se empeñan en perseguirnos.
Si desviáramos la mirada
el arco seria invisible a nuestros ojos,
pero nosotros, no.
Nuestros sucesivos errores forman una espiral
y nosotros bailamos en el centro
sin saber como emos llegado hasta allí.
Jamás nos dimos cuenta
que las flechas de la envidia y el rencor,
tienen buena memoria.
Los seres que las lanzan ajustan su punteria
dejándonos atónitos ante tanta cobardía.
El otoño a llegado, atrás quedan los días sin horarios, el sol que nos acaricia la cara y las risas compartidas que nos alegran el alma. A sido un verano lleno de imprevistos y amor a manos llenas. Necesitaba hacer un alto en el camino, organizar los armarios y la vida, recomponer las ilusiones, cojer fuerzas para afrontar el futuro que en ocasiones se presenta lleno de incognitas para convertirlas en certezas y planes que me ayuden a sostener la sonrisa.
Y aquí estoy, de vuelta otra vez, intentando escribir para sentirme viva, casi sin tiempo material, pero necesitando enfrentarme a la grata sensación de hilar las palabras que bailan en mi garganta queriendo salir al mundo como si de un recien nacido se tratase.